Tiene el tamaño de Mallorca y ha tenido un viaje conmovedor. Hablamos del iceberg más grande del mundo, identificado como A-23a, que se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne hace casi 40 años (en 1986) y permaneció atrapado en el fondo marino antártico durante mucho tiempo.
Se estima que el iceberg aún tiene una superficie de unos, 3360 kilómetros cuadrados, aproximadamente equivalente a la superficie de la isla de Mallorca. Pesa casi un billón de toneladas y se desplaza hacia el norte desde 2020. Dado que la mayor parte del iceberg se encuentra bajo la superficie del agua, su hielo se adentra hasta 300 metros en el mar y sobresale hasta 100 metros por encima del agua.
Los icebergs son etiquetados sistemáticamente por el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de EE. UU. (USNIC). La letra "A" representa el cuadrante de origen del iceberg; en este caso, el cuadrante del que se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne.
El número "23" es el número del iceberg registrado por el USNIC en ese cuadrante desde 1978. La letra "a" indica que el iceberg original, A23, se fragmentó en fragmentos más pequeños tras desprenderse de la plataforma de hielo. A los fragmentos se les asignan las letras "b" y "c", etc., ordenados por tamaño.
The A23A iceberg, one of the world's largest icebergs, drifting in the Southern Ocean. pic.twitter.com/Ufh6Wmg6jr
— Edward Elderman (@edwereddie) July 18, 2024
El año pasado, ocurrió algo aparentemente misterioso: el iceberg más grande del mundo giraba sobre sí mismo como un remolino cerca de las Islas Orcadas del Sur, a unos 600 kilómetros al noreste de la Península Antártica. Ahora, el A-23 atraía la atención mundial porque las corrientes oceánicas lo empujaron hacia la llamada columna de Taylor.
En este caso, el obstáculo es el Banco Pirie, un promontorio de 100 kilómetros de ancho en el fondo marino. Esto crea una masa de agua en rotación que ocupa toda la profundidad del océano. El iceberg queda atrapado en ella. El fenómeno fue descubierto en la década de 1920 por el físico Sir Geoffrey Ingram Taylor.
Sin embargo, a finales del año pasado, el iceberg se desprendió de este confinamiento y se dirigió hacia la isla Georgia del Sur. Su superficie es mayor que la de la propia isla. No está del todo claro por qué logró escapar del remolino. Es probable que las corrientes cambiaran de tal manera que la columna de Taylor colapsara.
Se temía que el iceberg colisionara con la isla Georgia del Sur, donde los científicos temían el impacto en la rica fauna de la zona. Sin embargo, desde el 1 de marzo, el enorme coloso ha vuelto a quedar atrapado, esta vez a unos 73 kilómetros de la isla. Anteriormente, el iceberg se alejaba con relativa rapidez de las aguas antárticas. La pregunta intrigante ahora será qué ocurrirá con el A-23a.